Tenían un bar muy conocido, cerraron y volvieron con una propuesta “secreta"

Soledad Flores y Gonzalo Jubany abrieron en 2013 el popular bar Frida Kahlo, lo mantuvieron por ocho años y en enero del 2021 decidieron armar las valijas para explorar el mundo. La primera parada fue México, aunque la hoja de ruta tenía como destino final Australia. Hasta el país azteca llegaron con su pequeña hija después de atravesar una situación personal compleja. Pero aprovecharon todo este tiempo para nutrirse de diferentes culturas y cuando volvieron hace dos meses a Rosario se la jugaron por una propuesta gastronómica innovadora.  

Si bien ninguno venía del palo -Soledad es diseñadora de modas y Gonzalo jugaba al fútbol-, la experiencia con Frida les dejó un sabor dulce y entendieron que podían hacer caminar otro negocio que ahora está muy de moda: la cocina pop-up. ¿De qué se trata? Armar cenas con un menú fijo, pocas personas y por tiempo limitado; en este caso manteniendo reserva sobre la ubicación. Así nació Secreto Fisherton. 

“Viajar te fortalece y te vas alimentando de otras culturas, conocés personas de todo el mundo. Yo estuve trabajando de mesera y aprendí muchísimo del servicio, totalmente diferente al que tenemos en Argentina. Fue enriquecedor todo lo vivido para nosotros”, contó Soledad a Punto biz. De nuevo en la ciudad, se encontraron con que tenían que arrancar de cero y pensaron en volver al rubro, aunque no tan atados ahora a los horarios del restó. La apuesta fue por algo más relajado, que sedujera por sus sabores y les permitiera a los clientes salir de la vorágine diaria. 

Ellos dos hacen caminar Secreto Fisherton y se involucraron tanto en la ambientación del espacio -con algunas reminiscencias a México- como en el armado de la carta, que incluye un menú de carnes y otro vegetariano. “La idea era hacer algo natural, no es cocina gourmet. Tenemos para ofrecer menús de paso y comidas criollas como asado y también una opción vegetariana, además de tragos”, repasó. Como de momento está funcionando en el patio de su casa, el servicio incluye un total de 10 mesas para unas 25 personas aproximadamente. 

“Trabajamos con reserva previa, a puertas cerradas, siempre en un horario específico -entre las 21 y las 21.30- como para después empezar con el servicio para todos los comensales juntos”, refirió. El jardín está lleno de árboles y palmeras, hay fogón y una iluminación que pretende amenizar el lugar para hacerlo más íntimo aunque sin perder encanto y naturalidad. “La idea es generar misterio. Te lo mostramos en fotos, pero tenés que venir para vivir la experiencia”, confió Soledad. 

Frida fue el puntapié para incursionar en la gastronomía, un proyecto que encararon a pulmón y con mucho corazón. Jamás pensaron que iba a tener tan buena acogida y por eso cerrarlo, después de haber aguantado los meses más críticos de la pandemia, no fue fácil. Con su filosofía de “vivir hoy porque mañana no sabés”, Secreto Fisherton encontró un hueco en sus vidas y también en la oferta local, aunque no descartan en adelante embarcarse hacia otros destinos.