Emprendedores rosarinos tienen la fórmula bio para curar el empacho

Una startup nacida en Rosario tiene como objetivo desarrollar un tratamiento más eficiente para los trastornos digestivos y ya levantó capital para lograr su empresa. Se trata de BioClé, comandada por tres socios, que avanza en el desarrollo de una tecnología destinada a transformar la forma en que se abordan las patologías que afectan el estómago. 

El equipo trabaja sobre un problema que preocupa desde hace décadas a la industria de suplementos y a los laboratorios: los compuestos bioactivos asociados al bienestar digestivo —como el butirato, uno de los ingredientes más prometedores para la salud intestinal— casi nunca llegan intactos al sitio donde deberían actuar, es decir, las células intestinales. La pérdida de biodisponibilidad reduce notablemente la eficacia terapéutica y limita la capacidad de diseñar nuevos tratamientos.

La propuesta de BioClé se basa en una plataforma de entrega inteligente que utiliza vesículas extracelulares bacterianas (bEVs) para transportar suplementos directamente hacia las células objetivo. La tecnología, explican, permite proteger moléculas altamente sensibles durante su paso por el tracto gastrointestinal, garantizando que arriben al epitelio intestinal sin degradarse. 

“Estamos creando la infraestructura biológica para transportar suplementos y compuestos bioactivos dentro del cuerpo”, contó Juan Cassini, uno de los fundadores, en diálogo con Punto biz. El primer desarrollo de la startup se centra en el butirato, cuyo potencial terapéutico es reconocido mundialmente aunque con una limitación clave: su incapacidad de llegar en cantidad suficiente al lugar donde genera efecto.

Para resolver ese cuello de botella, BioClé trabaja con una bacteria modificada genéticamente que produce grandes volúmenes de vesículas, un mecanismo natural de comunicación entre células. “Lo que hicimos fue modificar una bacteria para que produzca muchas más vesículas de lo que se había reportado hasta ahora. Estamos en alrededor de 23 veces más producción, y creemos que incluso podría ser mayor”, detalló Cassini. La innovación no está solo en el concepto sino en la capacidad de escalarlo: uno de los principales obstáculos de las bEVs en la industria es su baja producción natural. BioClé está resolviendo ese desafío con un método propio que vuelve costo-efectiva la plataforma.

Cassini aclaró además un punto sensible en materia regulatoria: si bien la bacteria utilizada es un organismo genéticamente modificado, las vesículas finales no son organismos vivos ni retienen material genético alterado. “La bacteria se utiliza en el proceso, pero lo que eventualmente llegaría al consumidor no es un organismo modificado. Son vesículas, que no están vivas y son seguras. Además usamos una bacteria ampliamente aprobada para consumo humano”, remarcó.

La aplicación para el usuario final será similar a las presentaciones actuales de suplementos: cápsulas, polvos o alimentos funcionales que incorporen estas vesículas como vehículo para mejorar la llegada del compuesto bioactivo. BioClé no apunta a vender directamente al consumidor, sino a convertirse en proveedor tecnológico de laboratorios, nutracéuticas y empresas alimenticias. En esa línea, ya firmaron dos cartas de intención: una con una compañía europea y otra con una firma argentina, además de mantener conversaciones con corporaciones internacionales de gran escala.

En paralelo, la empresa avanza con un plan de validación in vivo e in vitro para confirmar la mayor biodisponibilidad y eficacia de sus formulaciones. Dentro del portfolio de la aceleradora Gridxs, la startup rosarina viene de levantar una ronda pre-semilla de u$s250.000 que al parecer les permitirá completar esa etapa y avanzar con el primer producto basado en butirato. Una vez probado ese modelo, la plataforma se expandirá a otros compuestos, como la fosfatidilserina, utilizada para salud neurológica, entre otros bioactivos con dificultades actuales de entrega.

BioClé está integrada por un equipo de tres fundadores: Juan Cassini, abogado formado en la UCA Rosario y emprendedor vinculado previamente al mundo de la creación de contenido; Daniela Albanesi, investigadora independiente de Conicet; y Albertina Scattolini, también con trayectoria en el sistema científico. Los tres, cuenta Cassini, llegaron al proyecto impulsados por experiencias personales asociadas a enfermedades intestinales propias o de su entorno cercano. “Sentía que tenía que hacer algo respecto a esto, y a Dani y a Albert les pasó lo mismo. La motivación personal nos alineó y nos trajo hasta acá”, relató.

Para Cassini, que dejó prácticamente de lado su rol operativo en una agencia de contenidos con clientes de la talla de la Copa Conmebol Libertadores y Sudamericana, el salto al mundo biotecnológico fue radical. Sin embargo, afirma que no se trata de una transformación improvisada, sino de una convicción profunda: la de crear soluciones que resuelvan un problema que él y millones de personas experimentan cotidianamente. “Hoy estoy full time en BioClé”, confirmó.

La startup, todavía en fase temprana pero ya observada por actores nacionales e internacionales, aspira a posicionarse como un proveedor clave en el ecosistema de ingredientes funcionales y suplementos de nueva generación. Su apuesta es que los tratamientos intestinales del futuro dependerán no solo de los compuestos utilizados, sino de la forma en que esos compuestos llegan al lugar correcto con la intensidad adecuada. BioClé intenta construir precisamente ese puente biológico que hasta ahora la industria no había logrado escalar.