El arquitecto que ligó su trabajo al deporte, los jóvenes y la vivienda propia

“Queremos entrenar”. Esa fue la frase que un grupo de padres del Jockey Club de Rosario oyeron desde el otro lado del alambrado, aquel que los separa del humilde Barrio Los Unidos, y los alentó a formar “Los Tigres”, un equipo de rugby que entrena chicos en situación de vulnerabilidad. Rómulo Bertoya, uno de los padres que lidera ese proyecto, es desarrollador inmobiliario, y además de calzarse el silbato cada sábado por la mañana para dictar las prácticas, desde su empresa genera soluciones habitacionales para las familias del barrio.

“Con Los Tigres tenemos un objetivo definido: utilizar al deporte como una herramienta de desarrollo e integración”, explica Rómulo respecto al equipo barrial que milita en la Unión de Rugby de Rosario y ya cuenta con una plantilla de más de 300 chicos. “Nosotros trabajamos con infantiles, pero cuando empiezan a crecer, se empiezan a interesar y vemos que tienen cualidades, los integramos a un club formal, les pagamos la cuota del club, les hacemos un acompañamiento médico, los botines, la camiseta. Y como contrapartida el chico tiene que estar escolarizado”, detalla.

Arquitecto de profesión, Rómulo estuvo ligado a la construcción durante toda su vida, pero su sensibilidad social lo orientó a buscar actividades de impacto que pudiera ligar con su labor diaria. “Arranqué con un camino en lo social, y lo empresarial iba por otro camino paralelo. Pero en determinado momento uní ambas cuestiones y forme un camino en común, que me permite ahora trabajar las ochos horas diarias en función de lo mismo”, expone el joven empresario de 40 años.

Pensaer, la desarrolladora inmobiliaria de la cual es co-fundador, es hasta el momento la única empresa del rubro en el país con certificación de Empresa B, un estándar internacional de compañías sustentables que tienen como objetivo principal generar impacto social y ambiental positivo. En Barrio Los Unidos, el mismo donde iniciaron el equipo de rugby, la empresa realizó un diagnóstico habitacional y en conjunto con la ONG Techo ya proyectan viviendas para las familias, además de lugares de encuentro y esparcimiento para un futuro.

“Lo que me sucedió en ese proceso de trabajo es que una vez que salía de la empresa y de mi rol empresario e iba a la ONG, me encontraba con que el partido era disparejo. En la empresa tenía muchos recursos y oportunidades que en la organización no tenía. De hecho uno descubre que el sistema tiene una gran cantidad de recursos, pero para pelear las peleas que en realidad nos duelen esos recursos no se aportan”, manifiesta Rómulo.

“Las empresas no se miden ya solo por el impacto económico sino también por su impacto social y ambiental”, argumenta el empresario respecto a una nueva tendencia global de concebir la actividad privada. “Desde la empresa vos podes tomar problemáticas de índole público y convertirte en un actor principal del cambio. Se trata de traspasar ese alambrado para poder participar. No sólo de decir ‘esto me duele’, sino también ‘qué puedo hacer yo para mejorarlo’. En otras palabras: salir de la queja y pasar a la acción”, cierra.