La joven comunicadora que conecta empresarios, recursos y organizaciones

“Empezar por el metro cuadrado”. Esa es la frase que escoge Anaclara Dalla Valle para resumir su actitud ante la vida, de empezar por uno mismo y por lo que tiene al alcance de la mano. Ese espíritu la ha llevado a fundar y dirigir media decena de organizaciones sociales de diverso tipo, todas con el objetivo de generar un impacto positivo en la comunidad. Actualmente es docente, consultora y coordinadora de la Fundación de la Bolsa de Comercio de Rosario, donde gestiona proyectos de innovación social con foco en la sostenibilidad.  

Egresada de la Licenciatura en Comunicación Social, Anaclara está vinculada al desarrollo de emprendimientos sociales desde hace más de diez años. Huellas Digitales, el primero de ellos, consistía en un laboratorio de alfabetización digital para incluir a personas en situación de vulnerabilidad. De él se desprendió Arbusta, que fue la primera empresa de impact sourcing de Latinoamérica, allá por el 2013. Más adelante siguieron Njambre UNR, un coworking de la Universidad Nacional de Rosario del cual fue co-fundadora, y un cargo como founder curator del hub rosarino de Global Shapers, el brazo joven del Foro Económico Mundial.

Desde generar oportunidades de empleo digital para mujeres y jóvenes de alta vulnerabilidad social hasta colaborar con obras de desarrollo para poblaciones de riesgo en el norte de la provincia de Santa Fe, la joven de 31 años oriunda de Pujato mantiene siempre el mismo objetivo: transformar el dolor en proyectos, tal como ella lo define.

“Cuando empecé a trabajar en estos proyectos sociales me di cuenta que la forma de abordar la vulnerabilidad es haciendo cosas. Si me quedo solo con el dolor y no actúo no genero nada. Mi propósito de vida es ese, gestionar proyectos y generar comunidades”, confiesa Anaclara Dalla Valle, que además realiza trabajos de consultoría externa para distintas entidades y ocupa cargos docentes en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Universidad Abierta Interamericana (UAI).

La mayor parte de su tiempo, sin embargo, la dedica a su trabajo como coordinadora en la Fundación de la Bolsa de Comercio de Rosario, un proyecto iniciado dos años atrás que tiene como objetivo conectar al mundo empresario con la comunidad y gestionar proyectos de ayuda social. “El desafío más importante en la Fundación es cambiar el modelo de vinculación con la comunidad, que el enfoque no sea de caridad y filantropía sino desde la sostenibilidad y el impacto en el territorio”, expone Anaclara.

Entre las actividades que desarrollan desde la Fundación cuentan con un programa de vinculación con escuelas agrotécnicas de la provincia en conjunto con la Universidad Austral, un fondo llamado Capital Semilla para que los jóvenes puedan llevar adelante sus proyectos, un programa de aceleración de organizaciones sociales para acompañarlas inicialmente en sus proyectos, y una serie de campañas solidarias para adquirir alimentos o demás recursos que distribuyen entre las mismas organizaciones de la sociedad civil.

“El enfoque es de trabajo en red, de articulación permanente, de juntarse con distintos sectores y tender puentes”, explica Anaclara. “Es un perfil de triple impacto: económico, social y ambiental. Nosotros nos ponemos a disposición de las organizaciones y del Estado, generamos los vínculos y buscamos que los proyectos sean sostenibles”, agrega.