Por qué la promesa paraguaya está prendiendo en los industriales locales

Mientras que históricamente el empresario argentino ponía la mira en Uruguay para llevar negocios, cada vez son más los que corren la mirilla al norte y empiezan a investigar lo que está pasando en materia de inversiones en Paraguay. Entre ellos, muchos santafesinos. “En los últimos tres años creció exponencialmente la concurrencia de argentinos que vienen a interiorizarse sobre las leyes de nuestro país y en este último tiempo creció la instalación de industrias del sector metalmecánico”, admitió Jhonny Ojeda, agregado Comercial de la Embajada de Paraguay en Argentina. Con un tablero político tambaleante, cepo a los insumos importados y restricciones para girar divisas desde nuestro país, la estabilidad de la macro del vecino tiene un atractivo extra.

La calma cambiaria es uno de los ingredientes de la fórmula paraguaya. Mientras que 1 dólar equivalía a 7.100 guaraníes en 2002, 21 años después, la cotización apenas supera los 7.200 guaraníes por dólar. “La inflación proyectada para este año es de 3,5%”, señaló Ojeda, en diálogo con Punto biz.

Hay otros ingredientes: libertad para la transferencia de divisas y una presión impositiva comparativamente más baja, basada en el “triple 10″: 10% del impuesto a las ganancias empresariales, 10% de IVA y 10% de rentas personales. Como este último es deducible, “en promedio se paga un 23%”, señaló el agregado Comercial. 

Mientras que este panorama había traccionado, sobre todo, inversiones en real estate, ahora también se animan a plantar bandera los industriales. No es que se vayan de la Argentina para radicarse en Paraguay, sino que complementan su negocio o utilizan al país guaraní como plataforma de internacionalización bajo la Ley de Maquila. 

Esta reglamentación establece un impuesto único del 1% sobre el valor final de los bienes/servicios producidos, la suspensión de los aranceles para la importación de materiales, maquinarias y otros insumos necesarios para la fabricación, la recuperación del IVA sobre la compra de bienes y servicios como crédito fiscal y la exoneración del pago del impuesto sobre remesas al exterior de ingresos y de dividendos.

Por ejemplo, en virtud de la Ley de Maquila paraguaya, una empresa argentina podría producir un tractor en su planta santafesina, trasladarlo a su planta instalada en Paraguay y terminar el ensamblado allí, pagando $0 de arancel. “Si el 40% de los componentes del tractor son de origen Mercosur, el arancel es cero”, ratificó Ojeda. Agregó: “Las empresas pueden trasladar maquinaria propia que tengan en desuso en Argentina, con costo de o a 2%, dependiendo la maquinaria. Un año y medio después ya tienen acceso a créditos a 30 años con tasa del 8 o 9% en dólares, y pueden tecnologizarse importando maquinaria de cualquier parte del mundo. El 60% de los inversores extranjeros termina reinvirtiendo en Paraguay”, indicó. 

Solo el 10% de lo producido bajo el régimen maquila puede ser vendido al mercado interno paraguayo. “Uno de nuestros objetivos es promover la mano de obra en nuestro país, que activa la rueda del consumo”, señaló Ojeda.

Más brasileños que argentinos  

La política de confidencialidad respecto de la identidad de las empresas que están invirtiendo en Paraguay es estricta, subrayó Ojeda, pero confió que los argentinos son un hueso difícil de roer. “Calculamos que tenemos entre 500 y 700 empresas brasileñas y 100 argentinas. Nos cuesta más atraerlos, sobre todo porque nuestro foco son las pymes grandes, que en general son compañías familiares en las que las nuevas generaciones no están convencidas de trasladarse a Paraguay porque creen que falta infraestructura, o están acostumbrados a Miami. Por eso, desde la agregaduría los invitamos a viajar y experimentar el clima de negocios, les organizamos una agenda de reuniones a medida y les aclaramos que una opción es complementar su negocio. Después, inviertan o no, nadie está en la obligación de informarnos nada, no existe compromiso”, reveló Ojeda. 

Por su parte, Punto biz relevó varios casos en las últimas semanas que están haciendo pie en Paraguay. SIID, una santafesina que opera en el sector de la agricultura, alquiló una nave fabril en Asunción para ensamblar equipos que no están pudiendo sacar de la línea de Producción en Avellaneda, donde tienen su planta, por las trabas para importar insumos.
Dolbi, fabricante de maquinaria agrícola también de Avellaneda, acaba de comprar una sociedad con el objetivo de, a futuro, terminar de ensamblar allí cosechadoras a un precio más competitivo para el mercado externo. 

“Los mejores promotores son los argentinos que ya invirtieron”, recalcó Ojeda. El rosarino Ari Miljzteijn, presidente de G70 Desarrollos, es uno de ellos: hace un año y medio lanzó su primer proyecto en Asunción, el edificio Laurus (que ya está vendido en un 50%), y ahora llevó a sus colegas y amigos Gastón Jacquier, de Printemps, y Emiliano Capobianco, de Rosario Designio para que evalúen el mercado. 

“Es un país donde hacer negocios es fácil. Se pueden congelar los precios de obra, la  economía es toda blanca porque como los impuestos son bajos la gente los paga. Nosotros estamos fichando terrenos para un segundo desarrollo inmobiliario y también evaluamos invertir en otros sectores”, adelantó. ¿Paraguay será el nuevo Uruguay?