Una recorrida en fotos por el interior de la muestra “Historias de metal”

“Historias de metal, del taller a la ciudad (1939-1962)” es el nombre de la muestra que desde abril y hasta fines de agosto puede visitarse en el Museo Wladimir Mikielievich (Museo de la Ciudad), de Oroño 2361. La exhibición es el corolario de un trabajo que combina la historia con el arte, en el marco de los 80 años del nacimiento de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario. 

La exposición toma un periodo acotado de tiempo en el que se reflejan las décadas centrales del desarrollo de la metalurgia en Rosario y se exhibe a la ciudad como un centro de importante despliegue a nivel nacional. En las cuatro salas que hay para visitar, se visibiliza al trabajador, sus luchas y su forma de organización, las demandas de los empresarios al Estado y el rol de las mujeres en un ambiente mayormente masculinizado. Rosario venía con esa pátina de ciudad-puerto, comercial y de intermediación financiera, y para 1939 -cuando estalló la Segunda Guerra Mundial- el proyecto de “industria” era más un deseo que una realidad. 

“El corte se hace precisamente en el año ‘62 porque es el momento en el que irrumpen los capitales extranjeros, entonces se rompe un poco esa idea de los empresarios nacionales que montaron una industria desde el patio de su casa. Entra un jugador más que es el capital extranjero, ya con el desarrollo de la industria de la metalurgia pesada, tractores, cosechadoras”, explicó a Punto biz la curadora Silvia Simonassi, también historiadora e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). 

Uno de los principales objetivos de la expo es mostrar cómo la fortaleza de la industria y la identidad de diversas barriadas con el trabajo del metal estuvo cimentada en historias de obreros y obreras -incluso adolescentes, como es el caso de los aprendices- que con su trabajo cotidiano y conquistando derechos hicieron posible la consolidación de Rosario como un polo industrial. Esta muestra es una reivindicación a la industria local y regional, su historia y el papel determinarte que tuvo en el perfil de cuidad que hoy conocemos. 

Durante el recorrido, te vas a encontrar con grandes mesas llenas de documentación y objetos de época, tanto del acervo del museo como de los familiares de quienes participaron en los importantes procesos de lucha que donaron material. Un repaso por la década del ‘40, con la reorganización del Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica, la fundación de la Cámara de Industrias Metalúrgicas -que hoy es la Asociación de Industriales Metalúrgicos (AIM)- y la posterior conformación de la Unión Obrera Metalúrgica. Se comienzan a discutir pliegos de condiciones y para el final del periodo ya se habían sistematizado en el papel una gran cantidad de conquistas laborales. 

“En esas mesas se muestra cómo incluso hasta los derechos de las mujeres aparecen plasmados. Porque en la fábrica vamos a encontrar hombres y mujeres. Lo que pasa es que nosotros encontramos a las mujeres en la industria metalúrgica como administrativas, y cuando las encontramos en las fábricas, están ocupadas en oficios femeninos como, por ejemplo, trabajando en máquinas de coser. Después las encontramos en el hogar, porque en ese pasaje a la ciudad también tratamos de mostrar el hogar obrero, varones y mujeres que necesitan créditos para comprar lo que produce la industria local”, sostuvo Simonassi. 

Todo el equipo del museo salió a buscar objetos por la ciudad y se logró mostrar desde los productos de línea blanca pequeños, hasta las máquinas más grandes, implementos de seguridad utilizados por los trabajadores, el banco de trabajo, herramientas y muchas imágenes que tienen que ver con el diálogo con los artistas locales. “Historias de metal, del taller a la ciudad (1939-1962)” cuenta, además, con una sala de material específico del caso de estudio del barrio Acindar, con curaduría de Pamela Gerosa.

Cómo se gestó la muestra 

“Formaba parte de mi investigación académica realizada en la universidad. Transmitir en un lenguaje que no era el que he utilizado en mi cartera era difícil y pudimos concretarlo con el equipo del museo. Hay muchísimo trabajo de gente que tiene una vasta experiencia en cómo habilitar algo que tiene que ser transmitido a un público generalmente diverso y que incluso genera emociones muy fuertes”, confió Simonassi.