La tasa de fracasos necesaria para el éxito

Al leer sobre la vida de grandes magnates o de brillantes empresarios, es bastante común encontrarse con un variado historial de bancarrotas rotundas y negocios fallidos por los que pasaron antes de llegar a ser exitosos.

Así como sucede esto en el mundo de los emprendedores, podemos decir que, con las ideas de gestión pasa algo similar. 

Las ideas más brillantes, inspiradas en el best seller del momento, fracasan estrepitosamente o se ahogan en un mar de indiferencia.

Es entonces que me atrevo a formular la siguiente hipótesis: existe una cantidad de fracasos necesaria, para lograr el éxito, tanto en el mundo de los negocios como en las iniciativas de manangement.

Las ideas fallidas pueden estar vinculadas a iniciativas de innovación en procesos, productos, servicios, incluso también en funciones o funcionarios.

Si es cierto que existe la necesidad del yerro probabilístico, contar con managers inquietos y sin temor al fracaso será condición necesaria para obtener e implementar iniciativas de gestión eficaces.

Sin embargo, esta concepción del fracaso, que es natural en el mundo del emprendedurismo, no es tan habitual en el planeta de la gestión de las organizaciones. Es más intuitivo y natural imaginar procesos de mejora lineales, inequívocos, progresivos.

Cuando analizamos la evolución de las ideas de gestión, lo más habitual es encontrar caminos no lineales, erráticos, con avances y retrocesos (aparentes) e incluso, recorridos circulares, en donde la innovación nos deja en el mismo punto del cual partimos.

Sobre el final del siglo XIX, el mundo occidental estaba fascinado con la idea de progreso. Lo imaginaban, ingenuamente, lineal e inexorable. Fue en esos mismos años que Rudyard Kipling escribía "If you can meet with triumph and disaster and treat those two imposters just the same" con la brillante intuición sobre cierta equivalencia entre los triunfos y los desastres, para forjar la voluntad de los hombres.

Así es entonces, que será también la vida de las organizaciones humanas. Los triunfos y los fracasos son impostores que debemos desenmascarar. Un error es tan indeseable como necesario.

La generación de ideas será la clave para lograr los éxitos esperados y despojarnos del temor al fracaso una necesidad imprescindible para innovar.