Cómo aprender a enfocarnos en nuestros objetivos

La realidad que vivimos es muy vasta. Si pudiéramos ver un día nuestro en una película nos asombraría la cantidad de acciones, sentimientos y pensamientos experimentados en solo 24 horas. 

Sin embargo no somos conscientes de todo. Nuestros sentidos son limitados, lo mismo que la capacidad de nuestra mente para procesar estímulos, entonces “filtramos” la realidad enfocándonos solo en una parte de la información existente. Ese “recorte” constituye “nuestra realidad”. Por eso afirmamos que nuestra vida se va construyendo en base a aquello en lo que hacemos foco.

La buena noticia es que, en buena parte, nosotros podemos elegir en qué enfocarnos. Por ejemplo, si me siento “aplastado por los problemas” o “agobiado por la rutina” podría centrar mi atención en las dificultades, encerrándome en un laberinto perverso, victimizándome, buscando causas y culpables y retroalimentando la frustración. Pero, si de verdad quisiera lograr un cambio y volverme responsables de mi vida, puedo en este punto CAMBIAR EL FOCO: en lugar de centrarme en donde estoy, puedo poner la atención en DONDE QUIERO ESTAR, y en los objetivos que me llevarán allí. Se trata solo de un momento, de una decisión, pero puede marcar una gran diferencia. Es como levantar la cabeza y respirar nuevos aires.

Si podemos decidir en qué enfocarnos, ¿por qué elegir el enfoque que nos limita y no aquel que nos abre a nuevas posibilidades?

La invitación es a estar atentos a nuestro enfoque. Para esto hace falta un mínimo (pero indispensable) ejercicio de introspección que nos permita darnos cuenta. El hecho de cerrar un año y comenzar otro nuevo, puede servirnos como oportunidad inmejorable de examinarnos y decidir en qué nos enfocaremos en el 2018.