Radicación en parques industriales: 20 años a prueba y error

Corría abril de 2003. El país se encaminaba al balotaje entre Carlos Menem y Néstor Kirchner que nunca tuvo lugar. Roberto Lavagna era ministro de Economía y la Argentina había comenzado a crecer después de la implosión de 2001. Después de dos años cerraría con un 8,7%. En ese escenario, la nota central de la primera revista Punto biz contaba que un relevamiento impulsado por la Municipalidad daba cuenta de 40 empresas rosarinas que tenían la intención de radicarse en áreas o parques industriales. Pertenecían a distintos rubros productivos, todas tenían necesidad de mayor superficie y algunas estaban ubicadas en zonas ya muy urbanizadas con las complicaciones que ello entraña. 

Las dificultades locales para alojar industrias se sentían fuerte y de hecho no desaparecieron. Sigue afectando a las pymes y -claro- sobre todo a las más chicas. Relevada la situación 20 años después, surge que una mayoría de aquellas firmas hoy sigue instalada en sus sedes originales. Sólo un puñado se instaló en distintos espacios creados para la radicación de industrias en Rosario y en Pérez (ver notas aparte).

A lo largo de las últimas dos décadas, el problema acumuló múltiples aristas, hubo intentos que recurrieron a normativas fallidas, que no cumplieron su objetivo. De hecho, hace muy poco, en diciembre de 2020, se aprobó una última ordenanza, la N°10.139, que establece el Plan Integral de Suelo e Inversiones Productivas. 

Sebastián Chale, que estuvo dos veces al frente de la Secretaría de la Producción, ensaya una explicación: “En aquel momento -dice en referencia a 2003- había un planteo por parte de los empresarios de mudarse a terrenos municipales y lo cierto es que el municipio nunca tuvo tierras en las las dimensiones que se necesitan, tampoco la provincia. No era posible antes ni lo es hoy. Por eso los instamos a hacerlo de otro modo”. 

También recuerda cuál fue el gran error del punto de partida, que coincidió con la mejor época que tuvieron las empresas, en el período 2003/2008. En el primer modelo de articulación público-privada “se exigía a las empresas la donación de espacio público en una urbanización o localización productiva, lo que  ponía a Rosario fuera de carrera. Esa puede ser la principal autocrítica”, reconoce. Por aquel entonces, el Estado trataba por igual a un desarrollo inmobiliario que a una pyme fabril.  “La dificultad central era el valor del m2 y a eso se agregaba el costo de las obras para llevar los servicios. Ahora, en las áreas de promoción industrial y logística pretendemos que los titulares de estos emprendimientos garanticen el trazado de calles de modo de seguir ampliando la red vial”, explica el funcionario.

Aquel mix de condiciones subjetivas como la impericia estatal y objetivas como el alto costo de la tierra provocaron que gran parte de las empresas que sí pudieron expandirse eligieron localidades aledañas.