Ligó su formación y trabajo a la inclusión de jóvenes en el mercado IT

De formación sociólogo y con casi veinte años de trabajo en la Fundación Compromiso, Juan José Bertamoni no dudó en subirse desde el vamos a la iniciativa de Potrero Digital. Si bien la idea surgió de dos productores audiovisuales -uno de ellos Juan José Campanella- y dos emprendedoras sociales, él formó parte del pelotón inicial y asumió el rol de director desde su génesis, aún antes de que el proyecto viera luz en octubre de 2018. 

“A nivel personal y a nivel profesional es mi pasión y vocación el trabajo en comunidades, dando oportunidades a distintas personas que no tienen la posibilidad de llegar por sí mismos a un propuesta de formación por barreras socioeconómicas”, confía Bertamoni. Completó su formación con dos posgrados en Dirección y Gestión de Organizaciones Sociales y Desarrollo Emprendedor, que le dieron el marco perfecto para encarar este desafío con fuerte arraigo en la integración social. 

De acuerdo a lo que marcan las estadísticas, en Argentina hay más de un millón de jóvenes que integran el grupo “ni-ni”, en referencia a los que no estudian ni trabajan. A ello se suma que es el país con peor tasa de desempleo entre los jóvenes de la región. 

Como respuesta a la frialdad de estos números fue que nació Potrero Digital, un semillero que se desprende de la Fundación Compromiso para capacitar e insertar en el mercado IT a adolescentes de 16 años en adelante. A la par se creó Picadito Digital, que tiene como objetivo formar a los más chicos (entre 7 y 14 años) en robótica y videojuegos. En este punto, una de las cuestiones que destaca Bertamoni y que involucran a su gestión directiva es que el 62% de los alumnos son mujeres, algo que lo entusiasma mucho porque “es una manera de cerrar la brecha de género en una industria que tradicionalmente está ocupada por varones”. 

“Mientras trabajaban en la película Metegol, Campanella y Gastón Gorali descubrieron que había muy poco personal capacitado en Argentina. A raíz de eso se empezó a pensar en un proyecto que le diera sentido a la formación y creamos Potrero Digital”, resume. El orquestado de esta red de aprendizajes en oficios digitales llevó un año y medio de incubación, no sin traspiés en el camino y con ajustes que obligó la pandemia. De hecho, el desafío más grande para él fue el viraje hacia la digitalización, pero le permitió escalar la propuesta y multiplicarla por diez en el país; incluso llegar a Brasil. 

Aproximadamente unos 2500 alumnos por año encuentran la oportunidad de integrarse a Potrero Digital, siempre con la mentoría de equipos docentes propios. Eso luego se traduce en oportunidades reales de trabajo en empresas con las que tienen convenio. Puntualmente, en Rosario acaban de firmar un acuerdo con el Municipio para brindar 1000 becas. “Con el equipo de trabajo estamos coordinando para alcanzar otros puntos como Puerto General San Martín, San Lorenzo, Granadero Baigorria y Funes. Va a ser el Potrero más desafiante desde el punto de vista del alcance y por el volumen de trabajo”, explica. 

Bertamoni por su formación profesional siempre tuvo una fuerte ligazón con este tipo de iniciativas y encontró en Potrero Digital el espacio para conjugar competencias y pasión. Así los resume: “La articulación público-privada, los proyectos de inversión social y el logro de acuerdos de trabajo colectivos en contextos de diversidad cultural son mis principales habilidades”.