Las dos mujeres que juegan rudo para marcarle la cancha al gobernador 

Se acerca el 2025, año de elecciones varias, y algunas cosas comienzan a cocinarse en la política santafesina. Muchos creen tener la receta adecuada. Otros la buscan. En cualquier caso, si hay condimentos que se utilizarán cada vez con mayor frecuencia, serán la sal y la pimienta. Unas primeras dosis empezaron a esparcirse esta semana. La mayoría sobre el gobernador Maximiliano Pullaro. La oposición comienza a moverse para marcarle la cancha, para obligarlo a ceder en determinados terrenos. En definitiva, para disputarle el poder. 

El radical ha sido astuto en sus primeros meses de gestión para imponer el ritmo después de conseguir un amplio respaldo en las urnas. Al mando del Ejecutivo y aprovechando las mayorías legislativas, Pullaro empujó leyes y produjo cambios en áreas sensibles, vinculadas con la Justicia y la seguridad. Avanzó con reformas y contra los gremios. Y empezó a pavimentar el camino para tener otra Corte Suprema y una nueva Constitución. En definitiva, impuso su agenda. En el arco opositor hay quienes piensan que ya fue suficiente y algunos empiezan a alzar la voz. Algo de eso comenzó a verse en los últimos días. 

Con virulencia, las diputadas Romina Diez y Amalia Granata salieron a darle duro al gobernador. Las dos, que pescan en un estanque electoral que exhibe muchas semejanzas, tienen aspiraciones para el año que viene, pero también para 2027. Y ubicaron a Pullaro como el rival al que deben esmerilar. Más temprano que tarde.

Diez tuvo, el martes pasado, algo que muchos vieron como un virtual lanzamiento en Rosario. Aprovechó hasta el último peso de una inversión del gobierno nacional en el barrio Tablada para mezclarse en el convención celebrado con el municipio, hacer anuncios, recorrer la zona y hablar con los vecinos. Pero hizo mucho más que eso: exhibió su poder. Armó el acto marcando todas las pautas, incluso evitando la presencia del gobernador. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, expuso algún reparo por ello, pero finalmente aceptó las directivas impuestas por la diputada libertaria. No olvidar: Diez es Karina Milei, la mujer que hasta el propio presidente define como “el jefe”.

La decisión de Diez –o de Karina, es igual–, provocó que por primera vez Bullrich llegue a Rosario durante la gestión de Milei y no comparta acto con Pullaro. Los dos han tejido una alianza con el tema de la seguridad en la que sienten que ambos ganan. 

Diez quiere empezar a mostrar centralidad y ganar protagonismo en la provincia. Quizás se reitere esa idea de apartar al gobernador cuando se ponga al frente de algún anuncio nacional en el territorio. La legisladora sueña en grande para 2027. Lo ve a Pullaro como rival si logra sacar la reelección, pero también como adversario de La Libertad Avanza si va por la pelea nacional en tres años. “Al enemigo, ni agua”, piensan los libertarios.

Su ansia de protagonismo provocó que en ese acto en Rosario no le concediera ni siquiera un lugar a sus colegas santafesinos con los que comparte una bancada en la Cámara baja. Quizás porque Diez, como muchos dentro de La Libertad Avanza, está convencida que más allá de los nombres el sello partidario hoy es suficiente para batallar electoralmente contra el oficialismo santafesino o cualquier otra fuerza de la oposición.

Un par de días después de esa ceremonia Diez fue por más para dejar claras sus intenciones y su objetivo: se despachó en redes sociales contra el gobernador. Dijo, entre otras cosas, que los libertarios frenarán un supuesto intento de reelección y que si llama a elecciones “injustificadas” arrasarán con los convencionales constituyentes. “Gobierne, Pullaro, y deje de especular”, le ordenó.

Granata también calienta para jugar su partido. Ya sea para dar pelea en la elección de convencionales constituyentes, en las intermedias locales alentando candidaturas para su espacio o, pensando mucho más allá, en 2027. También esta semana cargó con dureza contra Pullaro. “No te hagas el Milei que no te queda. Vivís de la política desde que terminaste el secundario. Más CASTA imposible”, le dedicó entre otras cuestiones a través de su cuenta de X. 

Su juego, disruptivo y poco ortodoxo para la política tradicional, es claro: diferenciarse de otros sectores de la oposición que hasta el momento han exhibido tibieza, torpeza o confusión. Golpear con un discurso llano, facilista, que prende en un electorado hastiado de algunas prácticas. Y discutirle al radical, de ser necesario en un mano a mano, la propiedad de una porción de los votos que el gobernador obtuvo en septiembre. 

Algo interesante podría verse si hay una competencia –por ejemplo para la elección de convencionales constituyentes– entre la ex conductora de TV y modelo, el gobernador –que perfectamente, de ser necesario, podría encabezar una lista– y Diez. Hay un alto porcentaje que pudo haber votado por los tres el año pasado.

Volviendo a la diputada provincial, está semana mantuvo una nueva reunión con el senador peronista Marcelo Lewandowski. Es la segunda. ¿Hay, tal vez, una alianza táctica por conveniencias opositoras que comienza a tejerse allí? Nadie habla de acuerdo, pero el legislador nacional admite que es tiempo de “aunar criterios y esfuerzos”, buscar “coincidencias y ayudas”.  

El peronismo santafesino, en tanto, sigue su complejo camino para volver al desierto en el que lo depositó la derrota. La reconstrucción no es sencilla, aun cuando su poder es innegable. Una expresión dentro de sus variopintas vertientes alzó la voz en los últimos días. Desde un sector local del Frente Renovador, en el que exhibe su liderazgo Oscar “Cachi” Martínez, salieron también con los tapones de punta contra el gobernador. Marcaron un avasallamiento en sus conductas contra otros poderes –hablaron de “síntomas de autoritarismo”– y le advirtieron que se opondrán a cualquier intento que haga para ser habilitado a una reelección. 

Un nuevo año electoral se avizora y nadie quiere perder la iniciativa. La próxima batalla, parece ser, se dispondrá en derredor de la reforma constitucional. Unidos se abroquela para avanzar. La oposición mueve sus fichas para condicionar los movimientos del oficialismo y empujar sus condiciones. Sólo es cuestión de meses para ver quién se impone.