Celulosa Argentina cambia de manos en medio de la crisis financiera

Celulosa Argentina, una de las compañías más emblemáticas del sector papelero nacional, volvió a cambiar de dueño en medio de un contexto marcado por el endeudamiento y la paralización de sus principales plantas. La empresa, que supo ser un ícono industrial con casi un siglo de historia, quedó ahora bajo el control del financista Esteban Nofal, lo que abre un nuevo capítulo para la firma.

El traspaso se da en un escenario delicado: Celulosa arrastra pasivos por más de u$s300 millones, atraviesa un default de obligaciones negociables y mantiene la producción interrumpida en varias de sus plantas. La operación, en rigor, forma parte de un proceso de reestructuración que busca darle aire a la empresa frente a una situación patrimonial crítica.

La llegada de Nofal implica, además, que deberá lanzar una Oferta Pública de Adquisición (OPA) sobre las acciones de la compañía, tal como establece la normativa del mercado de capitales. En ese sentido, el nuevo accionista tendrá que definir si impulsa un rescate total de títulos o si apuesta a sostener la cotización de Celulosa en la Bolsa porteña.

Fundada en 1929, Celulosa Argentina fue durante décadas un jugador central en la industria papelera local, con plantas en Capitán Bermúdez (Santa Fe), Zárate (Buenos Aires) y otras localidades. Sin embargo, la caída del consumo interno, la falta de inversiones y un endeudamiento creciente fueron deteriorando su situación hasta dejarla al borde de la quiebra.

El traspaso de control abre interrogantes sobre el futuro de la compañía. Mientras el nuevo dueño deberá resolver la pesada carga financiera y reactivar las plantas, los trabajadores reclaman garantías sobre el mantenimiento de los puestos laborales y el pago de los salarios atrasados.