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Economía

Comercio exterior

¿Cómo dinamitar el Mercosur?: aplicando la “fórmula Trump”

¿Cómo dinamitar el Mercosur?: aplicando la “fórmula Trump”

Por Redacción

Incluso países con superávit comercial tienen déficits bilaterales, reflejando ventajas comparativas y necesidad de reglas estables.

Aún los países que tienden a generar recurrentes superávits de comercio exterior registran déficits bilaterales con cierto número de socios comerciales. En general, esa combinación de balanzas comerciales positivas y negativas de acuerdo al país que se trate puede estar reflejando ventajas comparativas a uno y otro lado de la frontera, y esto en principio es consistente con mayor eficiencia en el uso de los (siempre escasos) recursos productivos. A su vez, el sostenido crecimiento de la economía mundial después de la segunda guerra, se apoyó en una firme tendencia a la reducción de las barreras al comercio exterior, a recortes sucesivos de aranceles de importación y a una corriente cada vez más amplia de intercambios intraindustriales entre países, un fenómeno que amplía escalas de producción y fomenta la especialización. De allí que las políticas de comercio exterior han requerido ser muy estables y predecibles a lo largo del tiempo, con tratamiento lo más uniforme posible para los sectores, sin importar si se trata de agro, industria o servicios. Sin esa permanencia de las reglas de juego, se corren serios riesgos de perder en eficiencia y de asignar inversiones a contramano de las demandas de competitividad global.

En esa “división de tareas” de los instrumentos de política económica, las políticas fiscal, monetaria y cambiaria tienen la “misión” de asegurar equilibrios internos y externos de la economía, para evitar volatilidad en la marcha de la macro, una forma de asegurar que la dinámica de la oferta y de la demanda sea guiada por factores y expectativas de mediano y largo plazo.

De allí la sorpresa que produjo la fórmula con la que se calcularon los aranceles de importación anunciados el 2 de abril en Washington. Las tarifas a aplicar tienen que ver no con los aranceles de los socios comerciales, sino con un cociente en la que el numerador es el saldo de comercio exterior bilateral de los Estados Unidos con cada país, mientras que el denominador está conformado por las importaciones efectuadas desde el país de referencia (se incluyeron cálculos de elasticidad en ese denominador, pero no alteraron los guarismos porque al multiplicarse dan 1).

Una “demostración por el absurdo” de lo contraindicado de esa fórmula se puede obtener de la evolución del comercio bilateral entre la Argentina y Brasil a lo largo de la última década. Para simplificar, se calcula el arancel de importación que debería haber establecido la Argentina para productos “made in Brasil” en el mismo año calendario de los datos existentes.

Esa simulación dibuja una “montaña rusa” para la política arancelaria, en el opuesto de lo que enseña la experiencia de crecimiento de la economía mundial después de la segunda guerra, basada en reglas estables.

En 2024, la Argentina exportó e importó por u$s12.500 M en el intercambio con Brasil, obteniendo un leve superávit de u$s41 M. Aplicando la fórmula general anunciada por el presidente Trump, el arancel que correspondía el año pasado era cercano a cero (Estados Unidos estableció un “piso” de 10%, pero para ilustrar el punto se deja de lado ese mínimo).

¿Cómo dinamitar el Mercosur?: aplicando la “fórmula Trump”

Ahora bien, en el primer trimestre de 2025 hubo una ruptura del equilibrio de año pasado, y la Argentina pasó a registrar un déficit bilateral de u$s1.440 M, resultado de exportaciones por 2.829 millones e importaciones por 4.270 millones. ¿Qué aranceles correspondería aplicar ateniéndose a la fórmula descripta?. De cero en 2024 habría que pasar a 34% (redondeado) en 2025. Esto surge, para este año, de dividir 1440 (el déficit) por 4270 (las importaciones).

Replicando la fórmula para el comercio bilateral de la última década, se tiene la figura de la “montaña rusa”, con algunos años en los que hubiera correspondido cero arancel de importación y otros en los que ese guarismo llega a 45%, caso de 2017, un año en el que el déficit de la Argentina fue de u$s9.000 M (a valores constantes). Anualizando los datos del primer trimestre de 2025, el rojo proyectado para este año es de u$s5.700 M. Con tamaña volatilidad en la política de aranceles, sería imposible evaluar inversiones en el seno del Mercosur que apunten a aprovechar ventajas comparativas a ambos lados de la frontera.

Y si los años de mayor déficit bilateral de la Argentina con Brasil resultan la “punta del iceberg” de eventuales desequilibrios macro, la solución no está en los aranceles, sino en la otra caja de herramientas,  la que tienen que ver con la política monetario-cambiaria.

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