Primero fue contador, luego médico, y ahora aspira a combinar saberes

Tiene 30 años y dos carreras universitarias en el currículum. El contador público graduado en la Universidad Nacional de Rosario decidió dar vuelta la página y no quedar prisionero de la elección que había tomado a los 18 años.

Ahora es un flamante médico, tras obtener el mejor promedio de su casa de estudios. Federico Storni nació y creció en Buenos Aires, a los 15 años se mudó a Rosario, donde reside su familia materna. Al terminar el secundario siguió los pasos de su padre y se anotó en contabilidad, pero las primeras experiencias laborales en el mundo de los números lo hicieron darse cuenta que la profesión no lo llenaba.

Lejos de conformarse, derribó el pensamiento de “qué hubiese pasado sí” y lo fue a descubrir: se anotó en medicina, una pasión que no había advertido en la confusión de la adolescencia, pero que le resonaba cada vez con más fuerza. No lo dudó y así dejó seis años de estudios contables entre paréntesis.

“Me iba a quedar siempre con las ganas” dice Federico rememorando aquella decisión. Cinco años de cursado y uno de práctica obligatoria después, obtuvo un promedio de 9,89 y se encuentra trabajando haciendo guardias e internaciones domiciliarias con el siguiente paso ya decidido: se especializa para convertirse en anestesista.

“La medicina está apuntada a la persona, a la empatía, a brindarle algo al otro, es muy gratificante”, comparte y sopesa el empuje que encuentra en la vocación frente a las falencias del sistema de salud y el cansancio que implican las jornadas en el hospital.

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