Cómo es la isla que compró Ivanka Trump para construir un resort de lujo

Ivanka Trump y Jared Kushner compraron la isla albanesa de Sazan por más de  u$s1.000 M. El proyecto apunta a convertir uno de los últimos enclaves vírgenes del Mediterráneo en un destino de lujo. Antes, deberán remover municiones sin detonar. La operación generó repercusiones en Albania y a nivel global.

Sazan, conocida localmente como Ishulli i Trumpëve o “Isla Trump”, se encuentra frente a la costa de Albania, entre el mar Adriático y el mar Jónico, en la estratégica entrada de la bahía de Vlorë, justo en el estrecho de Otranto que separa Italia de Albania. Con una extensión de 566 hectáreas, la isla ha permanecido prácticamente intacta, cubierta por una vegetación exuberante que incluye helechos, lavanda gigante, plumbago, romero, retama y laurel. Desde la cima de su montaña central, las vistas ofrecen atardeceres de gran belleza, y sus senderos, que suman unos 64 kilómetros, atraviesan paisajes que evocan una era prehistórica.

En julio de 2024, Ivanka Trump, hija del presidente Donald Trump, expresó su entusiasmo en el podcast de Lex Fridman: “Estoy trabajando con mi esposo, tenemos esta isla de 566 hectáreas en el Mediterráneo y estamos trayendo a los mejores arquitectos y las mejores marcas. Va a ser extraordinario”, según recogió el diario The Guardian. Por su parte, Jared Kushner compartió su visión de crear “el resort ideal” para disfrutar con familia y amigos, y relató su asombro al descubrir en 2021 que un lugar así existía en el Mediterráneo y aún no había sido desarrollado.

La isla, sin embargo, presenta desafíos considerables. Durante una visita en julio de 2024, un periodista de The Guardian encontró señales de calaveras y tibias cruzadas advirtiendo sobre la presencia de minas terrestres. El guía, Arbër Celaj, teniente comandante de la marina albanesa, explicó que en realidad se trata de munición sin detonar, vestigios de los años 90, cuando criminales asaltaron la isla y saquearon los depósitos de armas y municiones. Celaj señaló un barranco en la costa este, donde Affinity Partners, la firma de Kushner, planea desarrollar una parte significativa del proyecto inmobiliario que abarcará toda la superficie de Sazan.

La historia de Sazan está marcada por el aislamiento. Durante la era comunista, entre 1946 y 1991, Albania se ganó el apodo de “la Corea del Norte de Europa”, y Sazan se convirtió en una fortaleza militar inaccesible bajo el régimen de Enver Hoxha. En la década de 1970, unas 150 familias militares vivían en la isla, disfrutando de privilegios como alimentos, ropa, educación y electrodomésticos, mientras esperaban un ataque que nunca llegó. El paisaje aún conserva unos 16 kilómetros de túneles y aproximadamente 3.600 búnkeres de hormigón armado, muchos de los cuales se integrarán en el nuevo proyecto, según Kushner.

El entorno de Sazan, con su clima subtropical y biodiversidad singular, ha permanecido casi intacto gracias a décadas de aislamiento militar. Celaj describió la vegetación como “salida de la computadora de Spielberg”, con fresnos colosales, carpes, pinos marítimos y encinas. La isla forma parte del Parque Nacional Marino Karaburun-Sazan, lo que implica que las playas y aguas en un radio de 2 kilómetros están protegidas.

El gobierno albanés, liderado por el primer ministro Edi Rama, ha apostado por el turismo de lujo como motor económico. “No podemos permitirnos no explotar un regalo como Sazan. Necesitamos turismo de lujo como un desierto necesita agua”, declaró Rama. El mandatario no teme la controversia si ello atrae inversión y atención internacional. Kushner elogió la visión de Rama y destacó la construcción de un aeropuerto en la zona de Vlorë como parte de la estrategia para posicionar a Albania en el mapa del turismo de alto nivel.

La operación de venta de Sazan se mantuvo en secreto hasta que la prensa reveló el acuerdo de u$s1.400 M. Ni residentes ni parlamentarios estaban al tanto de la transacción. Mirela Kumbaro, ministra de Turismo y Medio Ambiente, defendió la decisión ante las críticas de la oposición, argumentando que Albania no puede competir con Italia, Croacia o Grecia en turismo masivo por falta de infraestructura y experiencia. Kumbaro afirmó: “Debemos centrarnos en la calidad, en el valor sobre el volumen. Más beneficios y menos problemas”. En 2024, Albania recibió casi 12 millones de visitantes extranjeros, un aumento del 15% respecto al año anterior, cifra que la ministra consideró excesiva y perjudicial para el medio ambiente.

El acuerdo con Affinity Partners incluye exenciones fiscales durante la fase de construcción y la provisión estatal de infraestructuras básicas como agua, electricidad y alcantarillado. Todo lo demás —el sol, el mar, las focas monje y la jungla subtropical— ya está presente en Sazan. No obstante, el proyecto ha despertado preocupación entre ambientalistas como Olsi Nika, biólogo marino y director de la ONG EcoAlbania. Nika advirtió sobre el impacto de las grandes obras, el tráfico de yates y los vertidos en un área protegida, preguntándose: “¿Qué harán las grandes obras públicas, la construcción de muelles, el tráfico de yates y los vertidos de aguas residuales al lugar?”.

Para responder a estas inquietudes, Asher Abehsera, CEO y cofundador de Affinity Global Development junto a Kushner, aseguró que la empresa ha contratado a la firma global de desarrollo sostenible Arup como consultora. Abehsera explicó que el enfoque de Arup se centra en acentuar y respetar la ecología y el entorno local. Kushner, por su parte, reconoció que los anuncios de desarrollos suelen generar temor, pero confía en que los planes, diseñados con sensibilidad ambiental, convencerán a la opinión pública: “Cuando la gente anuncia un desarrollo, todos se asustan. Todos asumen lo peor. Pero una vez que vean los planes que tenemos, la forma en que lo estamos diseñando, la forma en que estamos siendo fieles y considerados con el entorno, creo que la gente estará muy, muy satisfecha”.

El diseño del hotel, según Abehsera, será una “joya en el Mediterráneo”, concebida para integrarse con la naturaleza, con edificios “esculpidos o incluso moldeados por la naturaleza”, de modo que los visitantes se sientan “como si estuvieran anidados en un hermoso árbol”. La accesibilidad de la isla para el público general sigue siendo una incógnita. Abehsera manifestó que todos deberían tener la oportunidad de visitarla, mientras que Kushner se mostró más reservado, subrayando que el proyecto apunta a un producto de lujo con privacidad, aunque contempla habilitar ciertas áreas para visitantes que deseen disfrutar de la gastronomía y los senderos.

El interés de Kushner en la región no se limita a Albania. Affinity Partners también planea transformar el antiguo edificio del Ministerio de Defensa en Belgrado, Serbia, en un hotel de lujo. El ex embajador estadounidense Richard Grenell, quien fue enviado especial de Trump para las negociaciones de paz entre Serbia y Kosovo, actúa como intermediario en la zona y ahora es socio de Affinity. Según The Guardian, Grenell fue quien sugirió a Kushner invertir en Albania.

La dimensión geopolítica de estas inversiones no pasa desapercibida. El presidente serbio Aleksandar Vučić ha buscado acercarse a Trump y sus aliados, mientras mantiene relaciones con Rusia y China, y expresa su deseo de ingresar en la Unión Europea sin reconocer la independencia de Kosovo. Rama, el primer ministro albanés, reconoció que la inversión estadounidense puede contribuir a mantener a Serbia en la órbita occidental y alejarla de la influencia de Moscú.

Kushner, que fue asesor principal de Trump entre 2017 y 2021, negó haber utilizado su cargo para promover el desarrollo de Sazan y aseguró que nunca conoció a Rama durante su etapa en el gobierno. Afirmó que el interés en Serbia y Albania ha crecido notablemente gracias a las operaciones inmobiliarias de su empresa.

Mientras tanto, la isla de Sazan, con su historia de aislamiento, su biodiversidad y sus leyendas —como la del pequeño burro gris que deambulaba entre higueras y desfiladeros—, se prepara para una transformación radical. La llegada de Ivanka Trump y Jared Kushner, descendiendo de un helicóptero y exclamando “¡Guau!”, simboliza el fin de una era y el inicio de otra, en la que la última frontera salvaje del Mediterráneo se convertirá en un enclave de lujo reservado para unos pocos.