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Economía

Panorama gris

Los 3 factores que conspiran contra el consumo de las familias argentinas en 2022

Por Redacción

Desde la consultora Abeceb aseguran que el consumo seguirá evolucionando a ritmo bajo perdiendo potencia a medida que termine el verano.

A excepción de rubros puntuales, la perspectiva de un despegue del consumo a partir de marzo parece estar cada vez más lejos, al menos así lo refleja un informe de la consultora Abeceb que analiza los ingresos de las familias este año.

De acuerdo al reporte, la normalización de las canastas de consumo traerá buenos resultados para algunas categorías vinculadas al esparcimiento (bares, restaurantes, cines) y la revancha de los servicios, pero esta mejora tendrá como correlato un menor consumo de bienes y perspectivas neutras a negativas para el consumo masivo, diferenciando los canales (grandes supermercados vs. comercios de cercanía) en la búsqueda de precio. 

El relevamiento concluye que el consumo seguirá evolucionando a un ritmo bajo (del 4%), perdiendo potencia a medida que termine el verano,  a medida que disminuya el ingreso disponible con el aumento de las tarifas, y se sostenga el empobrecimiento de la clase media, con familias endeudadas y con mayores dificultades para aprovechar los beneficios de los programas como Ahora (12). 

El estudio es claro. Los ingresos no podrán apuntalar el consumo por tres motivos centrales: 

A) El aumento del endeudamiento de las familias implica rendimientos decrecientes de programas como Ahora 12 -que se renovó con menos plazo, en medio de discusiones acerca de la flexibilidad de las tarjetas para extender los límites de compra y reclamos por parte de los bancos en un entorno regulado de tasas. 

B) La necesidad de dar señales para moderar los registros inflacionarios va a estar presente en las negociaciones salariales. 

C) El empleo, luego de reacomodarse a la pandemia en 2021, aportará pocos puntos a los ingresos de las familias.

El poder de compra apenas acompañará a la inflación. Estará un 4% por debajo de 2019 en términos agregados y un 16% debajo de 2017. Esperamos una tasa de desempleo que se ubique en promedio en 8,7% de la PEA sin una completa normalización de la tasa de actividad, lo que significa la creación de alrededor de 400 mil puestos de trabajo en un entorno de crecimiento del 2,9%. 

La normalización de algunas actividades productivas vinculadas al empleo informal e independiente, con mayor incidencia en servicios, podría generar una mejora en la cantidad de puestos de trabajo, redundando en un aumento de la tasa de informalidad, aunque no de los ingresos, en un entorno de caída de la intensidad laboral medida en horas.

La polarización por tipo de empleo continuará sosteniéndose: esperamos que los trabajadores formales privados, y los independientes sean los únicos que evidencien subas en términos reales (0,5% i.a y +2,7% i.a.), mientras los ingresos de los empleados públicos mantendrán una trayectoria por debajo de la inflación, al igual que los informales.

Para los formales la discusión paritaria parece iniciarse con dos objetivos de parte de los gremios: un piso de paritarias en torno al 50%, en línea con nuestra proyección de inflación, y la continuidad del esquema de revisiones cortas. Habrá que mirar muy de cerca el condimento político de las negociaciones, en medio del fuego cruzado de la coalición gobernante y la necesidad de alinear las expectativas de inflación, dados los compromisos asumidos con el FMI. 

La necesidad de consolidación fiscal pone un límite a la imaginación en términos de transferencias, jubilaciones y pensiones. Hay que tener en cuenta que eliminando todos los bonos y artificios que caracterizaron a 2021, el año pasado los haberes medios de los jubilados cayeron un 6% frente a 2020 descontando la inflación y un 3% frente a 2019. 

Los bolsillos flacos impiden que las mejoras sean para todas las categorías: gran parte del consumo de reposición de bienes durables ya ocurrió en 2020/2021 y las compras de indulgencia que empujaron a las categorías de hogar y alimentos dejan su lugar al esparcimiento. La normalización de la movilidad implicó y continuará acompañando una normalización de las canastas de consumo. Esto se confirma en un aumento en los gastos con tarjeta de crédito en bares y restaurantes, alojamiento, viajes y transporte; cuya contraparte es una caída del consumo de productos para el hogar, alimentos y tecnología.

Además, continuará la necesidad de seguir adaptándose a la nueva morfología de los mercados de consumo: la penetración de las plataformas de pago online que se acelera a partir de la interoperabilidad de los QR y la consolidación de los marketplaces y el e commerce propio, con un segundo año en el que prácticamente se duplicará la facturación por venta online. 

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