Alimenticia exportadora amplía su presencia en el Cordón

Utilizando el descarte de los frigoríficos, la empresa santafesina Yeruva genera productos de alto valor proteico que exporta a más de 20 países. En plan de seguir ampliando su participación en el mercado, inició en 2020 un proyecto de inversión que está a punto de culminar, consistente en la ampliación de su planta en Capitán Bermúdez, que le permitirá expandir significativamente su capacidad productiva.

Hasta antes de la pandemia, la fábrica ubicada a orillas del río Paraná tenía poco menos de 1.000 m2 y producía unas 200 toneladas mensuales. Tras un importante desembolso -que ronda los u$s 2 M-, los titulares de Yeruva calculan que para junio la sede se ampliará a 3.800 m2 cubiertos y generará 500 toneladas. A estos números debe agregarse también una mayor eficiencia energética -tanto calórica como energética-, redundando en una mejora en la ecuación económica.

"Actualmente, la planta de Capitán Bermúdez tiene dos líneas de producción, una para sangre avícola y otra porcina, completamente separadas. Desde allí nuestros productos parten a una veintena de países: el 85% de lo que generamos tiene camino de exportación", explicó Roberto Gay, gerente general de la compañía.

El ejecutivo indicó que los clientes de Yeruva, independientemente del destino final, son grandes multinacionales, especializadas en la piscicultura. "Observamos un gran crecimiento de las ubicadas en América Central por camarones, en Chile y Noruega para salmones y en Asía para otro tipo de especies", detalló.

Además de su planta en el Gran Rosario, la firma tiene otra de sus sedes productivas en Esperanza, donde además de realizar inversiones para optimizar procesos es protagonista de otro proceso, que avanza en forma incipiente y podría poner a Yeruva a la vanguardia mundial. Dicho proyecto inició en 2019 y tiene por objetivo migrar a un proceso físico (no químico) de filtración y/o absorción para decolorar y eliminar el hierro del plasma, utilizando nanopartículas.

"El proyecto de nanopartículas avanzó al nivel de escala piloto. Por una cuestión de prioridades de inversión se dejó allí, fundamentalmente por el impacto económico de otras alternativas", comentó Gay, quien destacó el crecimiento de la demanda a nivel mundial de sus productos.

“Vemos un alto índice de conversión en lo que refiere a piscicultura. Pensemos que mientras que la vaca necesita 12 kilos de alimento y el cerdo 3,4 kilos para producir uno apto para consumo humano, el pez necesita 800 gramos. En Argentina es incipiente, pero también lo estamos viendo”, cerró Gay.