La mítica esquina de Oroño y San Juan enfrentó en la Justicia Federal a los hermanos Jaef. Es que el Instituto de Implantes Dentales fue fundado hace casi 30 años por Salvador (odontólogo), quien acusa a Marcelo (contador) de haber usurpado la marca y funcionar ilegalmente bajo su ala. En 2006 comenzó con intimaciones concretas, luego de todo tipo de intento "amigable" para que deje de explotar comercialmente el apellido. Y hace dos años un juez autorizó una medida cautelar en el lugar para retirar todo lo que lleve su inscripción. “Hace mucho tiempo me usurparon mis derechos. Yo estoy en Buenos Aires y no tengo nada que ver con esa clínica. Hay un juicio de por medio por cese de uso de marca que sigue con litigios por daños y perjuicios y eventuales acciones penales", denunció Salvador.
La historia se remonta al año 84 cuando el odontólogo decidió fundar un Instituto de Implantes Dentales y Maxilofaciales en Oroño y San Juan. Allí se formaron “más de 1.500 médicos de todo el mundo”. Paralelamente, Salvador Jaef decidió replicar la iniciativa en Buenos Aires y, con estadías en el exterior de por medio para sumar conocimientos en la profesión, su presencia en Rosario comenzó a hacerse esporádica. “Mi hermano Marcelo trabajó desde el primer día conmigo, incluso antes de recibirse de contador. Era un colaborador en la parte administrativa”, recordó.
La poca asistencia física en el lugar por obligaciones profesionales en favor de su empresa, generó un escenario propicio para desplazar al dundador del centro odontológico. Según contó, la desvinculación fue paulatina hasta la “usurpación” de la empresa. “En un principio se atendía a los pacientes, me enviaban los estudios y yo los intervenía. Pero con el paso del tiempo dejé de recibir los informes y me impidieron el acceso a mi empresa por completo. Mi hermano se hizo cargo del instituto y utilizaba el nombre con la complicidad de dos o tres personas que trabajaban y trabajan allí”, detalló Salvador Jaef.
Fuera del centro implantológico rosarino, el fundador decidió recurrir a la Justicia para ir contra quienes explotaban su nombre sin autorización comercial ni profesional. Es que la esquina de Oroño y San Juan sigue funcionando bajo el nombre Instituto Jaef Implantes Dentales. “Hace años que no tengo nada que ver. Mi apellido es marca registrada y nadie puede hacer uso de el”, sostuvo.
Es más, el odontólogo explicó que el “agravante es doble” porque además de utilizar una marca prohibida, no existe ningún dentista de apellido Jaef que atienda en el lugar. “Tengo pacientes que se confían y se hacen tratar allí pensando que yo soy el responsable. Es más, se por boca de ellos que cuando piden por el doctor Jaef, aparece una persona que se hacer pasar por mi”, se indignó.
Lo cierto es que el caso llegó a la Justicia Federal bajo la caratula “cese de uso de marca”, que viene agravado más tarde por daños y perjuicios. Ya desde 2006 el dentista comenzó con las intimidaciones a su hermano para que abandone la explotación comercial del apellido. Es más, hace dos años “un juez liberó una medida cautelar que habilita al uso de la fuerzas públicas si fuere necesario, ingresando al y retirando todo lo que tenga mi nombre como inscripción”. Sin embargo, el odontólogo decidió no aplicarla y dejarla en stand by. “Si fuere pertinente, mañana puedo hacer uso de la medida y hacer retirar todo”, contó Salvador.
En tanto, aseguró también que la estafa en Rosario le dejó problemas legales de por medio. “Vinieron pacientes a reclamarme sobre determinadas praxis en la clínica que lleva mi apellido cuando yo no tengo nada que ver con ese lugar. Es todo un fraude en el cual quedé involucrado”.
En rigor de verdad, las disputas familiares por el uso de marcas han crecido y son cada vez más frecuentes que entre competidores. Según contó Jaef, lo permitido legalmente es colocar una “chapa” con el nombre del profesional y la matrícula. “No se puede poner un cartel en un lugar haciendo alusión a algo que ya existe sin autorización alguna. Sino quien lleve el apellido Favaloro, por ejemplo, podría no ser médico e instalar una Clínica Favaloro de Cardiología. Es un engaño”, relató.
Por otro lado, el odontólogo remarcó que la predisposición de la contraparte nunca fue buena y sólo “recibí insultos y amenazas diciendo que nunca iba a poder volver a Rosario”. Sin embargo, el demandante redobló la apuesta y fue claro: “Cuando todo esto termine, voy a reinstalarme en la ciudad porque tengo muchos pacientes en espera y no quiero desprestigiar mi nombre”.
La disputa también llegó a las redes sociales
Tras comenzar con una campaña de difusión en redes sociales para dejar en claro que Salvador Jaef no tenía vinculación alguna con el instituto de Oroño y San Juan, el pasado 7 de septiembre se creó un perfil de facebook a nombre de la clínica rosarina. De acuerdo a lo que contó el odontólogo, “vi que habían subido una foto del frente del local donde no estaba el apellido, lo cual me llamó la atención y supuse que habían comenzado a dar marcha atrás”.
Sin embargo, rápido de reflejos el odontólogo se comunicó con su abogado que atiende en Rosario quien constató “que la imagen no era real y la palabra Jaef había sido adulterada o manipulada con algún programa informático”.
