Meditar para triunfar

El estrés laboral es un ítem que comenzó a discutirse y aunque las empresas suelen buscar ejemplos afuera para combatirlo, la fórmula puede estar también a la vuelta de la esquina. Nicolás Cuño es desde hace 20 años, junto a su socio Martín Lief, dueño de la marca de indumentaria top Key Biscayne, que emplea a un equipo de 200 personas, y tiene 13 locales en todo el país. Es además, asesor de imagen de personalidades del mundo del espectáculo como Charly García o Adrián Suar, colabora como instructor de la fundación espiritual “El Arte de Vivir”, y hasta tiene margen para subirse a un escenario y tocar con su banda Los Echeverría, con la que acaba de grabar su primer disco de estudio. Y no sólo no se vuelve loco, sino que disfruta a pleno de sus múltiples ocupaciones.

El emprendedor textil porteño encontró en la meditación, la receta para hacer a un costado los males de la oficina y al mismo tiempo obtener mejores resultados productivos. “Cuando aprendes a parar con la tormenta de pensamientos, la cabeza está más en calma y se puede resolver a otro nivel. La meditación en el trabajo es importante, yo la aprendí, me volví instructor, la llevé a la práctica en mi empresa y Key Biscayne creció como nunca antes”, explica Cuño, seguidor del líder espiritual Sri Ravi Shankar, el gurú indio que en 2012 pasó por Argentina y convocó a 120 mil personas en Palermo.

Acercarse a la espiritualidad le produjo al empresario un cambio positivo a nivel personal y también le significó con los años, un crecimiento económico importante. Convencido de la fórmula, lleva a fondo la filosofía que promueve “bajar un cambio”, y hasta ofrece clases de yoga y meditación a los empleados en la fábrica y él mismo da charlas regulares para concientizar que “se puede vivir mejor”. Mientras muchos jefes o líderes de empresas, prefieren a un empleado que esté disponible las 24 horas, Cuño le permite a su staff tomarse 20 minutos para meditar y después continuar con sus tareas, una experiencia que entiende es enriquecedora en un amplio sentido. “Yo valoro mucho al que veo contento, al que quiere ayudar a otro, al que tiene buena onda. A mí me gusta la predisposición del empleado, la actitud, entregar el 100 por 100, pero quiero una persona feliz con lo que hace”, dice.

Prueba y error

Lleva más de 20 años al frente de una marca que se ganó un lugar entre las más elegidas de indumentaria masculina en el segmento exclusivo. En tiempos de incertidumbre económica, la experiencia de emprendedores como Cuño puede ser una herramienta valiosa para sacar el barco a flote. Ya que como toda compañía, el empresario textil también atravesó momentos de frustración, malas decisiones y derrotas que dejaron su huella. Cuando se le pregunta por cuáles fueron esos pasos en falso, lo resume muy simple: “Aprendí a no insistir con cosas que no van.

Muchas veces tenemos una idea y no damos el brazo a torcer. Hay que saber volantear, ser flexible y entender cuando algo no funciona. No ser cabeza dura pero nunca dejar de hacer lo que se siente”. Está claro que el multifacético hombre de negocios no tiene un perfil de empresario tradicional y a contramano de lo que dice el manual, no le tiembla el pulso a la hora de meter mano cuando entiende que hay algo que está saliendo mal. “Primero hay que interesarse en mejorar como persona, y después crecer en el trabajo, en tu comunicación y en las formas”, razona.