Sacan del negocio a un abastecedor histórico de la industria del tractor

La maquinaria agrícola es uno de las actividades que más crecieron durante los últimos años, aún a pesar de las sequías. Pero la bonanza no corre para todos, porque el escaso nivel de integración de piezas nacionales le complica la vida a algunos proveedores. Tal es el caso de una histórica del rubro. la fábrica de cabinas para tractores Soid, radicada en Chañar Ladeado desde 1897, que se está quedando sin clientes.

Según contó a Punto biz Marcial Irazuzta, titular de Irazuzta Hermanos SRL, el mercado se le achicó un 50% en los últimos 3 años, lo que genera un horizonte “complicado” de cara al futuro. La firma hoy sobrevive gracias a los trabajos que le realizan a la cooperativa cordobesa Pauny, una firma recuperada tras la crisis de 2001: “Si eso no estuviera tendríamos que estar cerrando”, admitió.

“Nosotros proveemos a las terminales que traen los tractores importados ya con las cabinas. Antes venían sin, pero ahora viene el equipo completo equipado a full, con aire acondicionado y mejores terminaciones que hacen con las cuales no podamos competir”, afirmó el empresario. El origen de estos productos es fundamentalmente Brasil, México y Europa.

Cuando Macri llegó a Las Parejas a fines de abril (con el fin de inaugurar la mesa sectorial de la maquinaria agrícola), el principal reclamo fue revisar mejor los niveles de integración de los componentes, porque -según entendían los fabricantes enrolados en la cámara sectorial- se les está otorgando la misma prioridad a la maquinaria 100% argentina que a aquella ubicada en una zona gris, es decir, producida en el país pero con bajo porcentaje de elementos nacionales.

Irazuzta se sumó a esas voces, diciendo que “el único que hace tractores nacionales es Pauny, lo demás es una pantalla”. En este sentido dijo que las otras empresas, como Apache o Massey Ferguson “solo ensamblan, viene un kit de afuera, le ponen las ruedas y las baterías y lo entregan”.

Este año la situación se complicó aún más por los efectos de la sequía, que afectaron el bolsillo de aquellos clientes que acudían a Soid para reparar o renovar tractores usados.

“Está complicado el tema la verdad. Siempre estamos pensando en la posibilidad de reconvertirnos, pero por la estructura que tenemos, de producción de construcciones metalúrgicas livianas, no se puede hacer cualquier cosa. No le encontramos la vuelta por ahora”, confesó Irazuzta.

Respecto a la relación comercial con Pauny, el empresario contó que antes representaba el 20% del negocio, mientras que hoy esa cifra trepó al 60%. “Si no estuviera lo de Pauny tendríamos que estar cerrando”, concluyó.