Su producto cuesta 60% más que el importado y no tiene reconversión posible

Como consecuencia de la entrada masiva de productos chinos, las ventas de la fábrica de bolitas Tinka -radicada en la localidad de San Jorge- se redujeron este año un 60%. Esta pronunciada baja, sumada al impacto de las tarifas y la imposibilidad de reconvertir su producción, configuran un horizonte poco alentador para la histórica empresa santafesina.

Aunque uno de sus titulares había comentado a Punto biz en febrero de 2017 que el ingreso de mercadería oriental no había sido "a mansalva", el panorama cambió rotundamente: "Nuestra temporada arranca siempre después de carnaval. Y este año cuando salimos al norte, a Buenos Aires y al sur, vimos que se estaba comprando la bolita extranjera, que se vende a un 40% menos", contó a este medio Silvina Chiarlo, otra de las responsables de la firma.

Mientras que un paquete de 100 bolitas nacional se vende a 27 pesos, uno chino cuesta 17. "La situación es preocupante. Entra mucho más económico y no hay posibilidad de competir", afirmó Chiarlo, quien estimó una caída del 60% en las ventas y descartó una posible reconversión de la firma ("Otra cosa no se puede hacer con la máquina", dijo).

El bajo desempeño comercial se suma al mayor costo que debe enfrentar la firma por la quita de subsidios dispuesta a los servicios de luz y gas por el gobierno nacional. Esta doble situación generó que este año la producción se viera reducida drásticamente, puesto que de prender las máquinas entre 15 y 21 días por mes se pasó a encenderlas solo dos semanas (una en enero y otra en mayo).

El aluvión de productos chinos también frustró la posibilidad de concretar el ingreso de Tinka al mercado extranjero: "Es el mismo tema en todos lados. El año pasado habíamos tenido contactos de Chile, Bolivia y Venezuela, pero ahora ni siquiera tuvimos un llamado. En la región se está comprando la bolita china, es así", comentó Chiarlo.

Alternativas

Cuando empezaron a ver el panorama que se les venía, desde la empresa comenzaron a activar algunos contactos a nivel gubernamental, para solicitar alguna asistencia que les permita continuar con la historia que iniciaron en 1953 Víctor Chiarlo y Domingo Vrech. Primero fue la Intendencia de San Jorge, luego con legisladores provinciales y más tarde con el gobierno santafesino.

"No queremos frenar la importación, pero al menos que sea equitativa, que entre pero al mismo costo", explicó Silvina Chiarlo, quien se mostró abierta a cualquier tipo de auxilio: "Lo que se pueda hacer, lo vamos a hacer. Hoy la empresa está al día, sin deudas, por lo que estamos viendo cualquier alternativa para seguir adelante con esta historia", concluyó.