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Gestión

Por Daniel Colombo

Cómo gestionar las emociones en el trabajo

Cómo gestionar las emociones en el trabajo

Por Redacción

Manifestar una inteligencia emocional apropiada en el trabajo, así como en la vida, son recursos valiosos que se consideran indispensables para el desenvolvimiento profesional.

Durante casi un siglo, sobre todo en la era industrial global, hablar de las emociones en el trabajo parecía una herejía: mostrar lo que se siente y expresarlo, prácticamente condenaba al fracaso de cualquier trabajador, sin importar el rol dentro de la organización. En el Siglo XXI, manifestar una inteligencia emocional apropiada en el trabajo, así como en la vida, son recursos valiosos que se consideran indispensables para el desenvolvimiento profesional.

Dependiendo de los ambientes, poder comunicarse apropiadamente, manifestar lo que disgusta, no caer en excesivos picos emocionales ante problemas mínimos y lograr una complementariedad con el resto del equipo son pilares fundamentales que buscan las organizaciones de todo tipo.

Un aspecto relevante es hacer una buena Gestión de las quejas. El desafío actual es transformarlas en una oportunidad positiva de crecimiento y aprendizaje. Una cosa es ser firme en las observaciones críticas (“pensamiento crítico”), y otra, ser hiriente. El recurso aquí es medir el impacto que tendrán nuestras palabras, gestos y acciones en el conjunto de empleados, y proyectados en el tiempo. Lo conveniente es dejar pasar el momento de ira, para enfocar cualquier acción desde un punto de vista constructivo.

También aparece la necesidad de gestionar las críticas. En cualquier empresa hay personas criticonas, a las que es muy difícil sacarlas de ese seteo interno. Generalmente surge de la imposibilidad que tienen en poder llevar adelante y con éxito determinadas tareas; por lo que su frustración la expresa en forma inapropiada. La crítica es inconducente si no va acompañada de oportunidades de mejora. Un recurso práctico es que, ante cada crítica, se haga una devolución suave y firme a la vez, con un pedido concreto de que traigan al menos tres soluciones alternativas. Paulatinamente, disminuirá el nivel de crítica.

Las rivalidades también necesitan ser atendidas. El ego se expone crudamente en muchas personas; la soberbia y la arrogancia son añadiduras de este gran limitante de los seres humanos. El ego es insaciable, acusador y desmedido en su virulencia. En estos casos el líder podrá convocar en privado a las personas que dirimen las cosas como si fuese un western de los sábados a la tarde en la televisión; invitarlos e influir en los puntos de contacto entre ambos, y desde allí, sanear la relación, siguiéndola atentamente.

¿Y qué hacer frente al desánimo y la falta de compromiso? La gestión de la responsabilidad debe promover que cada persona necesita hacerse responsable por lo que le toca. Algunos recursos efectivos que aplican las empresas innovadoras son trabajar con coaching grupal, entrenar facilitadores internos, hacer reuniones que promuevan el diálogo y permitan zanjar las diferencias. En tanto, los líderes necesitan reforzar sus felicitaciones en público, y llamar la atención siempre en privado, y de inmediato; esto permitirá convertir esa carga emocional negativa, en positiva.  

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