Saltó de las redes a montar su propia pastelería gourmet

Después de mover el negocio por redes y con el sidecar, Raphael Patisserie abrirá sus puertas el próximo 22 de octubre por Ituzaingo al 1700. El emprendimiento nació en plena pandemia y fue creciendo hasta consolidarse en la ciudad con nombre propio. La cara de Raphael es Giuliana Milioto, quien no dejó ningún cabo suelto a la hora de darle vida. El nombre, el local y hasta la decoración tienen un involucramiento familiar. Es que detrás de Raphael hay mucha historia. “La casa era de mis tatarabuelos y quise llevar el negocio a las raíces”, confía Giuliana a Punto biz. 

Faltan pocos días para el “open house” y ya se alista para recibir a los clientes. Es la oportunidad para que puedan degustar todo el abanico de productos. Los más pedidos son los cannolis y los ramos de flores con variedad de piezas dulces, pero también hay cinnamon rolls, sfogliatella, baklava, cheesecake japonés y vasco, sacher torte, red velvet, pastelitos de nata portugueses, torta tres leches, torta de frutillas al estilo alemán y stroopwafels. “Nos estaban pidiendo hace mucho conocer el lugar y probar acá nuestros productos”, confiesa. Y en el mediano plazo la idea es dar cursos de pastelería, tés a puertas cerradas y hasta poder usar el salón para muestras de arte.

El local tiene en el ingreso una reja con el árbol de la vida, obra de su mamá Analía Nigro, al igual que los murales del interior, las arañas, los apliques y luminarias, y hasta las mesas y sillas respetan esa temática. “Me gusta concentrarme en la importancia de los detalles. Incluso elijo cada caja y las tarjetas para que el producto vaya bien presentado. Le doy mucha importancia a que todo esté rico y lindo”, refiere la joven de 27 años. La pastelería está montada en una casa chorizo que pertenece desde hace varias generaciones a la familia y fue su abuelo Rafael quien la incentivó a poner primera. Se valió del francés y cocinó el nombre. 

En todo este entramado familiar, su papá también fue un gran protagonista. Siempre tuvo el sueño de armar un sidecar para pasear algún día con sus nietos, pero antes se embarcó en el desafío de llevar los productos de Raphael por todo Rosario. Está hecho artesanalmente desde las chapas y los detalles estéticos corrieron por cuenta de Analía. Ahora incorporaron además una penny farthing (bici de rueda grande) para que puedas sacarte fotos en el ingreso del negocio. Giuliana admite que “quería traer a Rosario una propuesta distinta”, y esa articulación hoy está presente en los sabores y su estructura. 

Guiliana siempre supo que su vida iba a estar ligada a la cocina, desde chiquita. Con apenas 19 años decidió embarcarse a España para hacer un Máster en Pastelería y cuando volvió a la ciudad en 2018, después haber trabajado en varios restaurantes de Barcelona con estrellas Michelín, empezó a desandar el camino del emprendedurismo, primero en dupla y después sola: “Arranqué con una socia, pero en pandemia me dediqué de lleno sola”. Aunque en la adolescencia ya había encarado un proyecto de bombones artesanales para solventar sus gastos.