El ingeniero que se divide entre el trabajo, sus diez hijos y la ayuda social

Detrás del valioso trabajo de organizaciones sociales como la Asociación Rosarina de Ayuda Solidaria (Aras) está siempre la figura desapercibida de sus colaboradores, que trabajan de manera desinteresada, sin recibir un rédito económico e invirtiendo tiempo de sus vidas para ayudar a los demás en la medida de sus posibilidades. Uno de esos ejemplos es el de Alejandro Vittone, ingeniero mecánico de 64 años, que además de su labor diaria en la actividad privada y su rol como padre de diez hijos, se dedica a asistir en la formación de chicos y chicas de barrios humildes de la ciudad.

A la par de su trabajo en la empresa de refrigeración comercial Arneg, donde dirige el área técnica industrial, Alejandro comenzó a involucrarse con distintas actividades solidarias. La primera de ellas, hace casi 20 años, fue como colaborador para la construcción de un espacio donde dictar clases cerca del barrio Toba, en la zona oeste de la ciudad. Eran los primeros pasos de Aras, que se constituyó formalmente en el año 2000 con la misión de defender el acceso a la educación escolar formal creando y gestionando centros de formación integral (educativa, deportiva, laboral y humana) en zonas urbanas marginales.

“En las zonas periféricas de ciudades como Rosario los chicos tienen muy pocas posibilidades de salir adelante, no se les brindan las herramientas necesarias y los niveles de presencialidad en los colegios son muy bajos”, lamenta Alejandro, que ocupa desde hace cuatro años la presidencia formal de Aras, aunque asegura que es un trabajo en conjunto donde todos aportan su parte. “Aportamos para revertir esa situación, darles posibilidades a los chicos, sacarlos de la calle, enseñarles valores, darles herramientas y capacitarlos para que puedan conseguir un trabajo”, explicó.

El Proyecto Educativo Cuatro Vientos, fundado por Aras dos décadas atrás, se enfoca en brindar apoyo escolar y capacitación laboral a jóvenes de barrio Godoy, Santa Lucía y Cabin 9, en el límite entre las localidades de Rosario y Pérez. Sus programas de apoyo escolar comprenden cursos de computación, idioma inglés, clases de música y escuela de deportes, entre otras actividades, y alcanzan a más de 300 chicos y chicas. Los cursos de capacitación, dirigidos a jóvenes mayores de 17 años, están orientados a oficios de rápida salida laboral como soldadura, informática, electricidad domiciliaria, instalación sanitaria, albañilería, maquillaje profesional y auxiliar de mantenimiento industrial. 

“Si los chicos se sienten contenidos, no tienen que ir a hacer nada raro a la calle”, aseguró Alejandro entrevistado para Valores Humanos, la sección de Punto biz y Randstad que destaca a personalidades del mundo empresario que contribuyen activamente a la sociedad. “Yo tuve posibilidades porque mis padres me las dieron, pude obtener un título universitario, mis hijos también las tuvieron. Muchos de estos chicos no tienen esas mismas posibilidades”,  apuntó el ingeniero.

La organización cuenta con un programa de becas donde una persona puede hacer un aporte económico para que un nuevo chico pueda ir a la escuela. Los aportes para las becas son mensuales y tienen un valor de $2700, aunque también reciben contribuciones por única vez para cubrir necesidades específicas, o bien donaciones de materiales escolares y elementos deportivos.

“En el Estado hay gente que realmente nos ha apoyado mucho y uno nota que se esfuerzan. Pero a nivel de las decisiones un poco más arriba, uno nota que la ayuda llega a cuentagotas”, declaró Alejandro, quien a sus 64 años aguarda el arribo de su jubilación para poder dedicar aún más tiempo a la organización.