Abrió una pastelería gourmet y sale a promocionarla sobre ruedas

Guiliana Milioto siempre supo que su vida iba a estar ligada a la cocina, desde chiquita. Con apenas 19 años decidió embarcarse a Europa para hacer un Máster en Pastelería y cuando volvió en 2018 empezó a desandar el camino del emprendedurismo, primero en dupla y después sola. En julio de 2020 abrió Raphael Patisserie y empezó a hacerse un nombre en la ciudad con sus famosos cannolis y ramos de dulces. Abrió local, se apoya en las redes, pero aun así pensó que podía llegar a más personas con un “negocio sobre ruedas”. 

Su papá siempre tuvo el sueño de armar un sidecar para pasear algún día a sus nietos. Pero como todavía no llegan, decidieron en familia llevar los productos de Raphael a la calle recreativa para promocionarlos con el curioso vehículo. Está hecho artesanalmente –desde las chapas, como dice Giuliana– y su madre sumó los detalles estéticos como buena artista plástica. 

“Viene todo desde el lado emocional. Mi papá me decía que iba a hacer una sidecar cuando tuviera nietos, y como la pastelería es mía, pensamos que era un buen momento para usarlo”, confió Giuliana a Punto biz. Cuenta que la gente se “re copó” y que por eso lo empezaron a poner afuera del local. El inmueble está ubicado sobre Ituzaingó entre España e Italia, y también está atado a una historia familiar. Era la casa de sus tatarabuelos y fue precisamente su abuelo Rafael –de ahí el nombre de la pastelería– quien la impulsó a seguir sus sueños. El formato que maneja es take away y tiene en mente sumar talleres como antes de la pandemia.

Entre los productos “estrella” destacan los cannolis y los ramos de flores armados con variedad de piezas dulces. “Los ramos y también los postres del mundo nos caracterizan porque, por ejemplo, los cannolis son nuestro caballito de batalla. Intenté no venderlos por un tiempo, pero es imposible porque siempre me los piden”, sostuvo la joven emprendedora. Giuliana tiene 26 años y se hizo camino trabajando entre España y Rosario, hasta que decidió lanzarse por su cuenta. En su adolescencia ya había encarado un proyecto de bombones artesanales para solventar sus gastos.

“La idea de ir a la calle recreativa fue para que nos vieran porque cuando uno no tiene un local en la calle, si bien hacemos publicidad, siempre hay gente a la que no se llega. Entonces, ahora que el sidecar está listo y con la ilusión de mostrarlo, dijimos que lo íbamos a hacer y probamos con la degustación. Armamos un ramo vintage para eso”, detalló. La idea era promocionar las delicias del local para el Día de la Madre y cree que volverán a replicar la experiencia dentro de dos semanas, si es que el clima se los permite.