Mallas estampadas para chicas en la que la compradora elige la combinación

Josefina tiene 30 años, es rosarina pero actualmente reside en Buenos Aires. Siempre soñó con ser diseñadora de indumentaria, y lo logró. “Estudié indumentaria en Rosario, yo soy de la ciudad, y cuando terminé la carrera sentía que el tema daba para más, quería exigirme más en el rubro, por eso me propuse volver a estudiar y en este caso me metí en diseño textil. Para eso me fui a la UBA, en Buenos Aires”.

Terminada la segunda carrera comenzó a trabajar bajo dependencia, relación laboral que iba a tener fecha de vencimiento. “Empecé a trabajar, pero como todo bajo dependencia llega un punto que te cansa mucho, y así fue que renuncié. No ganaba mal, pero la cuestión no pasaba por la plata sino por la libertad que no estaba teniendo a la hora de hacer lo que me gustaba. Por eso decidí intentar y lanzarme sola con mi propio negocio”

El proyecto se llama Josita, tiene apenas un año, y produce trajes de baño de diferentes modelos, colores y diseños. “Todavía está en etapa de formación, es muy nuevo todo y ya me encuentro armando la temporada de verano 2016. Elegí las mallas porque me gustan mucho y además siento que todavía en lo que es vestimenta es un mercado poco explotado. Comprar en cualquier lugar es fácil, pero tener trajes de baño con estampados especiales y de muy buena calidad, no lo es”.

Josefina compra la tela, elige los modelos y estampa. “La técnica que uso es el sublimado, y es súper interesante. Te deja explayarte mucho a la hora de estampar la lycra. Lo lindo de todo esto es que los conjuntos los arma la gente. Yo me manejo con tres talles tanto de parte de arriba como de abajo y el cliente mismo se encarga de combinar a gusto”.

En cuanto a la comercialización, su plataforma principal es el facebook. “El face como red social me ayuda mucho, y además exhibo en ferias. Pero como te digo, todo es nuevo y tengo que seguir apuntando a la hora de vender. Ahora estoy analizando en hacer un showroom para que puedan ver mejor los productos”.

Por el momento, Buenos Aires y Rosario son las ciudades a donde vende, aunque no descarta más adelante acudir a la encomienda y ampliar su abanico de clientes. “Cuando el proyecto crezca un poco más voy a hacer envíos a las distintas provincias que me soliciten las mallas, pero por ahora me manejo con zonas geográficamente cerca”, contó.

Si bien los precios dependen de cada producto, a grandes rasgos, los corpiños cuestan $300 y las bombachas $200, es decir armar el conjunto implicaría un total de $500.