"Inseguridad y violencia son síntomas del fracaso educativo"

Este siempre fue un país de paz. La no violencia fue siempre parte de nuestra cultura, de nuestro estilo de vida, de nuestra educación. Nunca vamos a acostumbrarnos –no debemos acostumbrarnos- a que la inseguridad sea la noticia de todos los días.

La inseguridad sin embargo, ha pasado a ser el principal reclamo de nuestra sociedad. Inseguridad y también violencia, porque robos y arrebatos, entraderas y salideras ocurren con el ejercicio de una violencia incomprensible. Ahora empieza a ser también noticia reiterada que los delincuentes son atacados –eventualmente linchados- por testigos y vecinos del lugar del delito. Violencia inusitada, de la que, hasta aquí, no teníamos antecedentes.

Puede ocurrir en cualquier lugar del país, en cualquier lugar, en cualquier momento. Eso complica todo el análisis que se hacía sobre el tema: es una violencia que no se explica por la droga, porque los que la ejercen no necesariamente son adictos. No se explica por la marginalidad, porque involucra vecinos de barrios que no sufren carencias. Es un fenómeno que solamente se explica por la aparición de una cultura violenta en la Argentina.

La aparición de la violencia es una involución que corta de punta a punta la sociedad argentina. Nos impide reconocernos a nosotros mismos y por eso nos preocupa, nos atemoriza. ¿Cómo lo resolvemos entonces? Vemos que por lo general hay dos tipos de respuestas a este problema: por un lado, las que plantean atacar los síntomas y piden más presencia de fuerzas policiales; y por el otro, las que proponen enfrentar su origen por medio de la educación.

Medidas que pertenecen al primero de estos grupos se pueden encontrar en Córdoba y en Buenos Aires que recientemente declaró la seguridad en emergencia. A ese grupo de acciones también corresponde el operativo iniciado hace unos días por fuerzas federales de seguridad que se instalaron en el Gran Rosario. Por el otro lado, y apelando a la educación, el Ministro de Educación de la Nación planteó la necesidad de educar a los presos para reducir el número de reincidentes y en Rosario, Claudia Balagué, Ministra de Educación de la Provincia, inauguró una Escuela de Enseñanza Media para Adultos en el Instituto de Recuperación de Adolescentes de Rosario (IRAR).

Está bien la emergencia y la participación de las fuerzas de seguridad para proteger ciudadanos y desbaratar organizaciones delictivas. Pero, ¿cuánto puede sostener una emergencia? ¿Cuánto tiempo se pueden quedar en Rosario gendarmes y prefectos? ¿Y a cuántos delincuentes se meterá presos en ese lapso?

También es correcto y loable educar en las cárceles e institutos de menores, como plantean el Ministro Sileoni y la Ministra Balagué. Pero ¿a cuántos delincuentes se logrará reeducar para que dejen de reincidir?. Aunque podemos suponer que se va a encarcelar y reeducar a muchos, no podemos creer que con eso se resuelve de manera definitiva el problema.

La ciencia y la no violencia nos distinguieron siempre en todo el mundo. ¿Cuánto del fracaso de la educación hay en este penoso cambio cultural de la Argentina que se llena de droga, robos, arrebatos e intolerancia?

Es cierto que hay políticas sociales y programas con subsidios para tratar de que los excluidos no lo sean tanto, pero es primordial poner el esfuerzo en la educación. Necesitamos aprender, entre todos, lo que es un futuro común. Ya lo hicimos antes, no hace tanto tiempo, y fuimos un país seguro con clara convicción por la no violencia.