El hito que definió la suerte de los food trucks

Siempre hay un antes y un después para algunos emprendimientos cuya puesta en marcha resulta compleja. Por caso, en la GM cuentan que la radicación en Alvear la decidió el por entonces el número uno de la automotriz en la Argentina, Basil Drossos, luego de conversar sobre bueyes perdidos con un par de adolescentes en la zona del Parque de España. Fueron las vivencias de estos dos chicos las que le hicieron clic al alto ejecutivo.

Algo parecido, aunque de distinta escala, le ocurrió hace pocos días a la intendenta Mónica Fein en Washington, en el transcurso de un cóctel que se desarrolló en el marco de una reunión entre banqueros, técnicos y funcionarios municipales en torno a posibilidades de financiamiento. Para sorpresa de Fein y su séquito, ese cóctel se celebró en la vía pública. Con el aprovisionamiento de vouchers, se podía elegir comidas y bebidas entre una oferta de media docena de foods trucks pertrechados de distintas comidas étnicas. 

A la vuelta de EEUU Fein comentó su experiencia muy entusiasmada ante hombre de negocios locales. Casi en sintonía con sus impresiones, desde el Palacio de los Leones ya se daba por hecha la ordenanza que debería salir en los próximos días para regular la actividad, a pesar de la resistencia inicial de los empresarios gastronómicos. En el medio, claro está, también se introdujeron modificaciones al proyecto original para facilitar el acceso a un food truck a quienes tienen un local fijo, lo cual hasta ahora se prohibía.