Matungo cerró sus puertas y se reconvierte

Abrieron hace 16 años y con el tiempo se convirtieron en los referentes de la comida española en Rosario. Jamón rosado, caracoles, mariscos y salmón, todo con salsas bien condimentadas, fueron su especialidad y su mejor publicidad. Pese al éxito de su restaurante, un día decidieron que ya no querían seguir trabajando tantas horas. Reestructuraron el negocio y avanzaron con una nueva unidad: comidas congeladas y enfriadas envasadas al vacío. Con este nicho, Matungo espera volver a enamorar a los amantes de la gastronomía.

“Sin experiencia en el rubro en España, mis padres decidieron probar suerte en Argentina y trajeron la idea de una casa de comidas mediterráneas a Rosario”, rememoró Facundo Corvalán, que junto a su madre Maika, estuvieron al frente del negocio de calle Salta al 1500 desde 1999. Al principio costó enganchar a los rosarinos con la propuesta. “No estaban muy acostumbrados a los platos abundantes pero sin guarniciones, y platos como el arroz negro llamaban la atención. Pero con el tiempo les fuimos conquistando el paladar”, señaló en diálogo con punto biz.

La clave fue ofrecer un buen pescado en calidad y variedad, pero sobre todo único por su condimentación. “A diferencia de otros locales que se preocuparon más por la decoración, la música, etc, nosotros nos enfocamos en la comida. Estuvimos en cada detalle a la hora de ofrecer lo mejor, y la gente lo retribuyó viniendo muy seguido”, explicó. El menú llegó a constar de hasta siete pasos y por él desfilaron salpicón de mariscos, escabeche de pollo, sopas frías de gazpacho y zucchini, salmón marinado, trucha a la navarra, risotto verde con chicharrones de conejo, chipirones en su tinta, entre otros manjares. Claro que también había que hacerse lugar para el postre, que podía ser helado de higo, café y canela, mousse de cabra con higos, perfait de arándanos, entre otras opciones. Para no quedarse afuera había que hacer la reserva con bastante antelación.

“Tanta elaboración en los platos nos llevaba mucho tiempo. Llegamos a estar 17 horas cocinando y llegó un momento en el que empezamos a cansarnos”, reconoció Corvalán. Por eso empezaron a buscar variantes. Hace dos años arrancaron con Matungo en Casa, Comidas Envasadas. Se trata de una especie de rotisería gourmet, con muchos de los platos que ya ofrecían en el local, sumado a otros más autóctonos, pero siempre apostando más a la calidad que al precio. La particularidad es que vienen enfriados -o congelados- y envasados al vacío.

“Hoy se busca comer bien pero no hay tiempo para perder, por ejemplo en un restaurante. Por eso pensamos en platos como pescados, con muchos nutrientes, que estén congelados o enfriados, envueltos en un packaging especialmente diseñado. Así los mantenés un tiempo en la heladera o freezer, y cuando los necesitás los ponés a calentar en el microondas”, explicó. Los platos enfriados pueden durar algunos días en la heladera, mientras que los congelados hasta tres meses.

A fines de mayo Matungo brindó la última cena como local, puso en venta el fondo de comercio y desde entonces apuesta fuerte por su rotisería gourmet. “El que quiera comer calidad, nos va a seguir eligiendo”, cerró.