Franui venezolano: salió al ruedo en Rosario con receta que la rompe en su país

A Karene Acosta no le costó mucho adaptarse a Rosario. Llegó de Venezuela con su marido en diciembre de 2017 y para marzo ya estaba trabajando. Seguros de que no querían resignar los ahorros que tenían, pensó en una alternativa para sacar provecho por otro lado y arrancó con un nuevo emprendimiento que sus primas ya habían hecho caminar en Buenos Aires y su hermana melliza en Estados Unidos. Se trata de Oh Berry Berry!, una explosión de sabor que conjuga en su justa medida frutillas y chocolate. Muy al estilo Franui, pero más artesanal y con un plus por box. 

“Hace un año, mis primas empezaron a hacer en Buenos Aires esto de las frutillas bañadas con chocolate (Decofresa). Ellas siempre me decían que tenía que hacer eso, que estaba buenísimo, pero yo no quería saber nada con la cocina”, confió Karene a Punto biz. De hecho, en Venezuela es un negocio que mueve mucho y también en los Estados Unidos, sobre todo en la costa este. Armó con su hermana, que es diseñadora gráfica, un plan a distancia y las dos se embarcaron. Karene también aporta como periodista su estrategia para comunicar y promocionarse en las redes. Así nació Oh Berry USA y Oh Berry AR. 

Arrancó hace exactamente cuatro meses, cuando hizo los dos primeros box para su cuñada. La idea era que ella pudiera llevarlos al trabajo y ahí publicitarlos. Después, cuando se creó la cuenta de Instagram, la gente “empezó a confiar en mí”. “Estaba buscando qué hacer y me dije que tenía que ser algo en pesos y que se pudiera mover rápido. Y como a mis primas les estaba yendo bien, me largué con esto”, confesó. 

Hay presentaciones de 5, 6, 9, 12 y 16 frutillas bañadas con chocolate y también cajas especiales que se ofrecen con champagne o un bouquet de flores. Los precios difieren dependiendo de lo que cada cliente elija y oscilan entre los $1.350 y los $4.550. “El más costoso es el box que incluye 20 frutillas y una docena de flores”, contó Karene. Todo el trabajo es artesanal y fue experimentando con distintos tipos de chocolates hasta lograr el sabor que buscaba. 

“Trabajo con un chocolate nacional, que tiene tradición belga y es un excelente chocolate, el más rico, el que mejor se comporta y el que sabe mejor. Probamos primero con chocolates al por mayor y después con un alpino, pero no funcionó”, explicó la emprendedora. Y sumó: “Desde que comencé, me ha ido súper bien. Mi hermana y yo tenemos también una agencia chiquita de redes, y ella me hace el diseño, las plaquitas que hay para la publicidad, los stickers y todo lo que tiene que ver con la imagen”. Al final, lo que empezó como un rebusque, se convirtió casi en su tiempo completo.